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No tengo demasiada prisa, pues sé que este día se desenvolverá tan lentamente como la letra de esta canción de verano. Mi mañana empieza bajo un cielo magnífico en tonos cálidos y suaves disfrutando de un brunch en una luz que se filtra entre los helechos. Doy un sorbo al café y saboreo el momento, a años luz de mi vida habitual. En cambio, hay un pulso de emoción y, con mis ojos detrás de unos lentes de colores brillantes, me siento atraída hacia la playa, con mi tobillo tintineando.

Me maravillo ante este pequeño milagro al que llamo La Playa de Hoy. El sol brilla en lo alto, cada vez hace más calor y las cigarras se desvanecen en el cielo. Dejo mi lectura de verano y corro hacia la orilla del mar. Me zambullo, salgo a la superficie y me detengo a contemplar el cielo, pataleando y chapoteando, para finalmente, tumbarme de espaldas. Más allá, el lejano faro se enmarca en tono azul. Un perro ladra y mis amigos gritan mi nombre desde la playa.

Nos hacemos pulseras mientras bebemos vino local fresquito. Pido más pan. La vida se enmarca de otra manera desde la vista de nuestra mesa. Los planes para la noche se dibujan en el reverso de un menú y luego nos dispersamos para saborear las horas de la tarde. El calor resplandeciente hace que el azul se intensifique y bajo la sombra de una sombrilla, con el perfecto libro de bolsillo en la mano, me quedo dormida.

Al anochecer, me tomo una ducha al aire libre. Me pica la espalda de la sal y el sol. Me echo en la muñeca un perfume que nunca me pondría en casa y me pongo un vestido amarillo de ZIMMERMANN tan brillante como el sol de la mañana. Cuando la luz del día se funde, nos reunimos para tomar unas divertidas bebidas rosadas y admirar nuestras joyas de las vacaciones. Habíamos deletreado nuestros nombres con cuentas de letras y anudado las cuerdas.

Vamos a cenar, compartimos el pescado del día y pedimos otra botella de vino. Más tarde, bailamos en el bar cerca del faro. Cantamos y gritamos la letra de la canción de este verano que sabemos que no recordaremos cuando llegue el próximo, y luego volvemos a pasear bajo las estrellas con la cabeza llena del sol que se va desvaneciendo.

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